La NeuroOla (Fábula veraniega)
Los gritos de la turba enfurecida que le seguía se escuchaban claramente, “acabad con el impuro”, sabía que si le alcanzaban sus días estaban contados, no había superado los escáneres cerebrales y eso le convertía en un inadaptado, un “impuro” en la jerga de esos fanáticos “brainhoodistas”. Sólo estaría seguro si llegaba a la casa de Ricard, su antiguo mentor. Cuando él, Isaac, era su alumno, no terminó de confraternizar con las ideas de Ricard pero sabía que le apreciaba y, aunque hacía tiempo que se habían distanciado, confiaba en que le protegería de los fundamentalistas.
Isaac empezó a trabajar con Ricard en un proyecto de estudios neuroteológicos “de campo”, en el que se infiltraban en reuniones de diversas sectas religiosas para obtener registros neurofisiológicos que permitieran entender el comportamiento del fanático. Ricard creía que el conocimiento de los sustratos neurobiológicos de nuestra conducta permitiría encontrar las claves para alcanzar una sociedad mejor y más justa. Pero Isaac no compartía ese optimismo y le criticaba que esa creencia era una forma de fe (“la fe del ateo” le espetaba cuando discutían). Pero las ideas de Ricard empezaron a tener predicamento entre algunos políticos que creyeron que la neurotecnología les ofrecía una herramienta de “ingeniería social” para establecer una sociedad ordenada y dócil. Pronto aparecieron algunos grupos radicales que se hicieron llamar “brainhoodistas” (“somos nuestro cerebro”) y que proclamaban que la libertad es una ilusión, que no existe la indeterminación en la conducta, y que defendían que para conseguir el ser humano perfecto era necesario depurar la sociedad de aquellos individuos que no superaran una serie de pruebas neurofisiológicas (EEG, fMRI ...). Y con ellos llegó el terror. Aquellos que como Isaac les criticaron públicamente se convirtieron en sus bestias negras, herejes que tenían que ser ... eliminados.
Isaac estaba muy cerca de la casa de Ricard. Aunque éste se había desmarcado de los métodos violentos del fundamentalismo “brainhoodista”, Isaac creía que seguiría siendo respetado por haber sido el inspirador de sus ideas por lo que su casa podría ser un santuario donde refugiarse. Por eso se quedó petrificado cuando le vio saliendo de su casa zarandeado por un grupo de “brainhoodistas”. Pasaron cerca de donde estaba Isaac y pudo ver a Ricard con la mirada perdida musitando unas palabras que a Isaac le resultaron familiares “... algún día la razón lo gobernará todo ...”. Isaac comprendió que ahora nada le protegería. Y entonces escuchó un ruido detrás de él, se giró, y allí estaba uno de esos fanáticos con la cara desencajada por el odio: “¡aquí está, le he encontrado!”
Lupe
Inspirado en:
-Vidal, F. “Brainhood, anthropological figure of modernity.” History of the Human Sciences, 22: 5-36 (2009)
-Heisenberg, M. “Is free will an illusion?” Nature, 459: 164-165 (2009)
-“La ola (Die welle)” dirigida por Dennis Gansel (2008)
-Cuento sin título, sin publicar y sin terminar que los autores de esta bitácora comenzaron hace ya algunos años.
Isaac empezó a trabajar con Ricard en un proyecto de estudios neuroteológicos “de campo”, en el que se infiltraban en reuniones de diversas sectas religiosas para obtener registros neurofisiológicos que permitieran entender el comportamiento del fanático. Ricard creía que el conocimiento de los sustratos neurobiológicos de nuestra conducta permitiría encontrar las claves para alcanzar una sociedad mejor y más justa. Pero Isaac no compartía ese optimismo y le criticaba que esa creencia era una forma de fe (“la fe del ateo” le espetaba cuando discutían). Pero las ideas de Ricard empezaron a tener predicamento entre algunos políticos que creyeron que la neurotecnología les ofrecía una herramienta de “ingeniería social” para establecer una sociedad ordenada y dócil. Pronto aparecieron algunos grupos radicales que se hicieron llamar “brainhoodistas” (“somos nuestro cerebro”) y que proclamaban que la libertad es una ilusión, que no existe la indeterminación en la conducta, y que defendían que para conseguir el ser humano perfecto era necesario depurar la sociedad de aquellos individuos que no superaran una serie de pruebas neurofisiológicas (EEG, fMRI ...). Y con ellos llegó el terror. Aquellos que como Isaac les criticaron públicamente se convirtieron en sus bestias negras, herejes que tenían que ser ... eliminados.
Isaac estaba muy cerca de la casa de Ricard. Aunque éste se había desmarcado de los métodos violentos del fundamentalismo “brainhoodista”, Isaac creía que seguiría siendo respetado por haber sido el inspirador de sus ideas por lo que su casa podría ser un santuario donde refugiarse. Por eso se quedó petrificado cuando le vio saliendo de su casa zarandeado por un grupo de “brainhoodistas”. Pasaron cerca de donde estaba Isaac y pudo ver a Ricard con la mirada perdida musitando unas palabras que a Isaac le resultaron familiares “... algún día la razón lo gobernará todo ...”. Isaac comprendió que ahora nada le protegería. Y entonces escuchó un ruido detrás de él, se giró, y allí estaba uno de esos fanáticos con la cara desencajada por el odio: “¡aquí está, le he encontrado!”
Lupe
Inspirado en:
-Vidal, F. “Brainhood, anthropological figure of modernity.” History of the Human Sciences, 22: 5-36 (2009)
-Heisenberg, M. “Is free will an illusion?” Nature, 459: 164-165 (2009)
-“La ola (Die welle)” dirigida por Dennis Gansel (2008)
-Cuento sin título, sin publicar y sin terminar que los autores de esta bitácora comenzaron hace ya algunos años.
1 Comments:
"...que los autores de esta bitácora comenzaron hace ya algunos años." Está claro que te refieres a los verdaderos autores de esta bitácora, que sois Lupe y Tito... Porque AGRA se ha ido quedando en AG...
Hasta que no he leido la nota final, me extrañaba ver esta anotación firmada por Lupe, ya que parecía tener el sello habitual de Tito.
Fijaos si hace tiempo que no escribo aquí, que hasta se me han olvidado las claves y tengo que escribir como "anónimo".
Abrazos de parte de Cupri ("el desaparecido").
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