Una breve historia acerca de la “Esencia Específica de Cada Humano”
Fue hace ya mucho tiempo cuando ocurrió lo impensable. Todo quedó destruido, desolado, no permaneció piedra sobre piedra. De esa hecatombe sólo quedaron unos pocos, que tuvieron que empezar de cero. Crearon el fuego, el agua, la luz... (otra vez) y también las nuevas sociedades humanas. Y lo que hicieron parecía bueno. Así comenzó un nuevo ciclo de la humanidad.
Y surgieron las mismas preguntas. ¿Quiénes somos? ¿Por qué somos como somos? ¿Qué hay más allá? La búsqueda de la esencia de la Naturaleza Humana. Aquello que no tiene explicación pero que está en cada uno. La herencia de los Dioses.
Y encontraron restos, pocos, del pasado. Algunos en forma de libros y documentos. Entre ellos unas cuantos textos incompletos que por primera vez hablaban de aquello, de lo misterioso, de lo que nadie sabía y todos querían saber. Estaban escritos en un lenguaje diferente y sintético, no fácil de comprender. Un lenguaje sagrado, quizá. Hablaban de la “EECH” y por su descripción parecía la intersección entre lo humano y lo divino. Aquellas siglas escondían respuestas, sólo había que interpretar con la “inspiración” adecuada. Los hermeneutas se pusieron manos a la obra, noche y día, sin descanso. Entonces, les fue revelado el sentido de lo que llamaron la “Esencia Específica de Cada Humano”. Y un sabio acuñó la frase: “Dadme la EECH y moveré el mundo”.
Aquellos textos hablaban de la conciencia humana, de cómo se crea el mundo a nuestro alrededor. Hablaban del poder de nuestros sentidos, la visión, el oído, el tacto, el gusto y el olfato, y también de un sentido de identidad. También describían el movimiento y junto a él la motivación, y cómo llega la recompensa cuando somos felices. Aquellos textos explicaban cómo se crean nuestras emociones y nuestros sentimientos. El miedo, el dolor, el amor y la belleza. También hablaban de la moral, del Bien y del Mal. De cómo las buenas y las malas acciones surgen de nuestro interior. Del altruismo, el egoísmo y la justicia. Alertaban acerca de las enfermedades del espíritu y cómo podían paliarse. Y también describían caminos para entrar en contacto con el más allá, con los dioses y los espíritus del otro lado. Hablaban, en definitiva, de lo que somos los humanos.
Algunos creyeron ver en estos textos la mano de sus fantasmas o el poder de los espíritus de otros mundos. Otros, sus dioses con claridad revelada. “La Esencia Específica de Cada Humano” generó muchas discusiones. Se llevaron a cabo complejos concilios con el único fin de reconstruir y completar los textos de acuerdo a estas o aquellas interpretaciones. Se crearon instituciones y escuelas que los pusieron a buen recaudo y aconsejaron su lectura.
Hace poco tiempo se encontraron nuevos restos del pasado. Entre ellos, lo que parecían ser nuevas partes del llamado Libro de la “Esencia Específica de Cada Humano”. Sin embargo, y aunque generó mucha expectación, este descubrimiento no fue tan celebrado como el anterior. Estos nuevos hallazgos fueron desconcertantes, no se entendieron o no se quisieron entender. Se identificaron con certeza las primeras páginas del misterioso Libro. Y en ellas, en letras grandes, un título: “Electrodos de Estimulación Cerebral para Humanos”. Los hermeneutas no dieron el visto bueno a estos nuevos hallazgos y su contenido se ocultó y se ignoró. Algunos aplaudieron esta decisión, otros hablaron de conspiración y los más críticos pensaron que estamos diseñados para ser estúpidos. Simplemente, un nuevo ciclo de la humanidad tocaba a su fin.
Tito
3 Comments:
Genial
plas plas plas
Sutil, mordaz, excelente.
Saludos.
Publicar un comentario
<< Home