09 junio 2008

El aura de los toreros… y la Tierra en el centro del Universo


Leo en un texto lo siguiente: “La energía espiritual se transforma en física en el momento de competir (…). Tan marcada estaba su zona espiritual que Korotkov le preguntó -¿Crees en Dios?-. Parecía que estaba conectado con el cielo, pero esa característica fue absorbida luego por su energía corporal (…)”

No, aunque lo parezca, no es el extracto de un texto medieval de alquimia donde se revelan fórmulas para transformar lo espiritual en físico y capturar así la esencia de la vida. Es un artículo publicado hace varias semanas en un periódico de tirada nacional que no quería dejar de comentar. El artículo titulado “El aura de los toreros” (se puede leeer aquí) refiere al estudio “científico” que está llevando a cabo un “físico” ruso con el objetivo de medir la energía espiritual de los toreros, el aura, ya que en palabras de la periodista, “la energía espiritual es más importante que la física para llegar a figura”. Según el artículo, “el científico mide esta energía con la cámara Korotkov: los dedos de la mano (que contienen la información holográfica) se colocan en la máquina para averiguar el campo electromagnético y la energía física y emocional que desprende el cuerpo”.

Pero…, ¿qué es la “energía emocional”? Y…, ¿cómo se relaciona esta “energía” con un parámetro que medimos en los dedos de la mano? Investigando un poco en la página Web del supuesto científico podemos saber algo más acerca de la técnica. Se llama GDV Bioelectrography (Gas Discharge Visualization) y consiste más o menos en crear un campo eléctrico alrededor de la piel y medir el brillo que se produce dependiendo de las características eléctricas de la piel. Según esta Web, para analizar la “condición psico-fisiológica humana”, se utiliza un software (GDV programe) que calcula más de 30 parámetros. El análisis de estos parámetros se compara con una tabla diagnóstica basada en la medicina tradicional china y la microacupuntura usando el marco conceptual de los chakras. En otras palabras, se trata de una nueva vuelta de tuerca de la archiconocida fotografía kirlian para evaluar el aura. Y a partir de ahí, en una especie de “psicoanálisis aúreo” diagnosticar acerca de nuestros “desequilibrios energéticos”.

Y digo yo, ¿esto del aura no estaba superado ya? ¿Por qué no se asesora mínimamente el periodista antes de escribir este artículo? Pero si ya se sabe qué es lo que realmente se mide cuando se dice que se evalúa el “aura”. ¡Se sabe! ¡No hay ningún misterio! Ya no se puede engañar a nadie con esto. Si se aplica una corriente eléctrica sobre la piel se pueden medir cambios en la conductancia de la misma lo que se llama actividad electrotérmica de la piel (EDA). La EDA (ver en este blog, "Fotografía del aura y conductividad eléctrica de la piel") depende de la actividad del sistema nervioso autónomo y nos puede servir para estudiar cambios conductuales relacionados con áreas cerebrales específicas. Por ejemplo, si me encuentro ante una situación de peligro, cambiará la conductancia de mi piel. Este parámetro tiene interés en investigación en neurociencias. Pero, ¿qué tiene esto que ver con la “energía espiritual” o la “energía emocional”? ¿Por qué llamar “aura” a este parámetro (EDA), “vestirlo” con todos los adelantos tecnológicos que se quiera (GDV) y darle un significado esotérico totalmente arbitrario?

No me pregunten por qué pero a mí esto del aura me parece una especie de resquicio de otros tiempos, de siglos atrás cuando imperaba una imagen divina o mágica del mundo o del universo. ¿Qué pasaría si alguien sostuviese aún hoy en día que la Tierra es el centro del universo? Pensemos en el sistema Aristotélico-Ptolemaico, contra el Copernicano defendido por Galileo en sus “Diálogos sobre los dos máximos sistema del mundo Ptolemaico y Copernicano”(1630). En época de Galileo se pensaba, no sin cierta lógica, que la Tierra estaba quieta porque en caso contrario nosotros lo percibiríamos. Así se decía que si la Tierra se moviese los objetos al caer deberían describir trayectorias transversales y no perpendiculares como de hecho hacen. O que en una Tierra en movimiento deberíamos experimentar el viento en la cara. En su libro Galileo trata de debatir si la hipótesis copernicana puede ser compatible con nuestra experiencia, la de los habitantes de la tierra. Y para ello Galileo reemplaza la física aristotélica por otra basada en el principio de inercia, diferenciando movimiento inercial y movimiento acelerado. En cualquiera caso, a pesar de que los objetos caen perpendicularmente y no notamos el viento en la cara, ya nadie se plantea que la tierra esté quieta. ¡Eso ya está superado! Y demostrado.

¿Por qué la conductancia de la piel se sigue interpretando por algunos como un índice de nuestra espiritualidad, personalidad o “esencia vital”? Convertir en “aura” este parámetro de conductancia de la piel es como aceptar que la tierra es el centro del universo, a pesar de lo que se conoce de física y astronomía.

Tito

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Porque así lo hace mas llamativo e interesante.

01 julio, 2008 12:16  
Anonymous Anónimo said...

Sólo falta que me hagan una foto Kirlian y me salga el aura de colorines (por lo de fliparlo en colores)...

16 julio, 2008 22:20  

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