22 noviembre 2008

¿Cuál es la diferencia entre Dios y la magia?

Estamos entre un grupo de personas participando en un juego de cartas. Todo transcurre con normalidad hasta que en un momento determinado uno de los jugadores, coge la baraja, se levanta con total normalidad y dice que va a hacer algo extraordinario. Entonces coge tres cartas. Nos muestra la primera de ellas, y en un abrir y cerrar de manos, la hace desaparecer. La carta ha desaparecido delante de nuestras narices. Coge la segunda carta y la hace mil pedazos. Al instante, acude al bolso de una mujer sentada junto a él, lo abre y saca la carta intacta. Seguidamente, con un movimiento suave de manos, deja suspendida la tercera carta en el aire, delante de nosotros. Para demostrar que no está colgada pasa sus manos por arriba y por abajo, y la carta sigue ahí, levitando. Finalmente recoge la carta y la pone encima de la mesa, junto las otras tres. A pesar de que hemos presenciado unos fenómenos extraordinarios e inexplicables, tras unos breves segundos, todo el mundo aplaude y ríe. ¿Qué ha pasado? Todos sabemos que son simples trucos de magia. ¿Por qué lo aceptamos?

1-¿Las leyes de la física son falsas? Los fenómenos que hemos presenciado no siguen la lógica de lo que conocemos de la realidad. De ser verdad lo presenciado, las leyes de la física son falsas. Un objeto de cartón no puede desaparecer, desintegrarse como la primera carta. Tampoco reconstruirse por sí sola y transportarse a otro lugar del espacio sin ayuda. Y mucho menos desafiar la gravedad como la tercera carta. La física, que siempre ha funcionado a lo largo de nuestra vida, y nuestra historia, no es compatible con lo que acabamos de presenciar. Y esto nos hace cuestionar de manera casi definitiva lo presenciado. Pero, ¡lo hemos visto con nuestros propios ojos!

2- ¿El cerebro nunca nos engaña? Nosotros hemos percibido una serie de fenómenos sobrenaturales. Es cierto. Pero un neurocientífico nos puede explicar que aquello que hemos percibido no es real. De hecho, el supuesto mago ha utilizado una serie de técnicas conocidas y reproducibles para engañar a nuestros sistemas sensoriales, como nuestra visión, y además distraer nuestra atención. La atención, una capacidad cognitiva fruto de la actividad de nuestro cerebro, es fundamental para que seamos conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor. ¿Cuántas cosas ocurren todos los días a nuestro lado sin que nos demos cuenta? Nuestra percepción de la realidad puede ser alterada por causas diversas, como es el caso de los trucos de magia, o también por enfermedades, como constatan estudios de lesiones cerebrales o enfermedades psiquiátricas. El funcionamiento del cerebro nos puede explicar la razón por la que creímos ver algo que no era real.

3- ¿El universo es a veces incoherente? El mago explica sus trucos y todo encaja. En un mundo sin conocimiento alguno, hubiéramos pensado que ese hombre tenía poderes sobrenaturales. Gracias a lo que conocemos de física y neurociencias, en este caso, podemos explicar la razón de esa magia. El conocimiento no es compatible con lo extraordinario. Aunque algunos lo intentan. El universo mantiene su coherencia.

En un reciente artículo publicado en la revista Nature (“Religión: Bound to believe?”) (o conseguir aquí), Pascal Boyer, nos sugiere que el ateismo nunca será la nota dominante en las sociedades humanas porque estamos predispuestos a tener fe. El pensamiento y las conductas asociadas a la religión son parte de las capacidades naturales humanas como la música, los sistemas políticos, las relaciones familiares o las asociaciones étnicas. Todo ello depende de la forma de funcionar de nuestros cerebros y de una serie de capacidades cognitivas perfectamente explicables. Es curioso, podemos explicar por qué tenemos fe, por qué creemos en dioses. Y lo podemos hacer sin acudir a nada extraordinario y sin alterar las leyes de la naturaleza. Pero en este caso, las más obvias explicaciones y demostraciones, no son suficientes.

Tito