30 marzo 2010

Los poderes perdidos del cerebro y la “desnaturalización”de la humanidad

Cuentan que ocurrió hace mucho tiempo, hace miles de años. Los antecesores del Homo Sapiens comenzaron a practicar el canibalismo y se comían el cerebro de individuos pertenecientes a otras tribus. Este cambio en la dieta no pasó inadvertido y a partir de entonces las cosas empezaron a ser diferentes. Desarrollaron una mayor actividad sexual, una mayor capacidad para la guerra y un aumento considerable en la inteligencia. Pero además, esta dieta también trajo consigo un aumento paulatino del tamaño del cerebro. Y esto, que aparentemente podría ser considerado una ventaja evolutiva, supuso todo lo contrario. Porque el aumento en el tamaño del cerebro también trajo consigo un aumento en la presión intracraneal determinada por una capacidad limitada del cráneo de aquellos homínidos. Las consecuencias de todos estos cambios desde el punto de vista evolutivo fueron desastrosas para el futuro de la humanidad. Así por ejemplo, hemos perdido nuestras capacidades telepáticas. Nos encontramos aislados de la madre Naturaleza, incomunicados. Bien es cierto que apareció el lenguaje, pero esto sólo fue un parche, un “remiendo evolutivo” muy limitado, que remeda sólo en parte nuestras habilidades comunicativas perdidas. Y ahí no quedó todo. El cerebro enfermo de nuestros antepasados también trajo consigo destrucción, contaminación ambiental, sobrepoblación y en último término guerra nuclear.

¿Estamos hablando de una nueva hipótesis científica sobre la evolución humana? Nada más lejos de la realidad. Éste es el argumento de un libro publicado en 1971 por el antropólogo (?) Oscar Kiss Maerth del que no había oído hablar hasta hace un par de semanas. Fue entonces cuando escuché un comentario del mismo en una conversación que mantuvieron Luis Racionero y Fernando Sánchez Dragó en el programa de televisión “Las Noches Blancas”. Lo que me sorprendió fue que ambos parecían estar de acuerdo en que este argumento era una “hipótesis interesante” (sugiriendo, a mi entender, que podía tener visos de realidad).

Hay que reconocer que la historia de Kiss Maerth tiene un trasfondo “naturalista” (en el sentido peyorativo de la palabra) que puede resultar atractivo (ver comentario 1) para aquellos que buscan ávidamente teorías o hipótesis pseudocientíficas que apoyen sus creencias new age u holísticas o simplemente morales. Me refiero a la sugerencia de que la vuelta al “pasado natural del hombre” es la única solución a un futuro de destrucción y caos. En una época de crisis continua, cambio climático y guerras (y Avatar), el origen de todo lo malo tiene su raíz en que el hombre se ha “desconectado” de la Naturaleza. La telepatía sería el símbolo de esa maravillosa armonía.

Obviamente, nada que decir acerca de la historia de Kiss Maerth como obra de ficción (seguro que es interesante). Pero ver en ella visos de realidad…, es una falacia. Y no sólo por lo absurdo de que comer cerebro conduzca a un incremento del tamaño del mismo o de la inteligencia, o por las supuestas capacidades telepáticas. Me refiero a la supuesta “desnaturalización” de la conducta humana. El cerebro, como órgano biológico, es natural, y lo será siempre, y la conducta humana también, sea ésta más simple o más compleja como la que vemos en las sociedades humanas. Tan natural es destruir el medio que nos rodea para uso propio como intentar preservarlo para nuestro beneficio. Otra cosa diferente es preguntarse si es moralmente Bueno o Malo (en términos absolutos) preocuparnos del medio que nos rodea. Pero ya sabemos que la Naturaleza no entiende de una Moral Absoluta, y el único que entiende de esto…, no existe.

En cualquier caso habría que preguntarles a muchos medios de comunicación qué creen que es más peligroso para la humanidad, destruir el medio ambiente o no pensar críticamente acerca de la información que transmiten.

Tito