16 julio 2008

Titiriteros neuronales



En un comentario anónimo reciente en esta bitácora nos decían “considero a muchos científicos (especialmente a los deterministas genéticos o neurofisiológicos) a la misma altura de los predictores del futuro de las pseudociencias”. Aunque por razones distintas a las del comentarista, esta comparación no va del todo desencaminada ya que en muchas ocasiones algunos conceptos o hipótesis científicas tienen mucho de misterioso y mágico y poco de explicación de la realidad. La neurociencia quizás sea un campo abonado para este tipo de conceptos y el mejor ejemplo lo podemos encontrar en los estudios de imagen cerebral, donde una foto de un cerebro en el que se ha "iluminado" una determinada región cerebral parece ser suficiente para explicar procesos cognitivos complejos (Growing pains for fMRI) (NOTA). En un reciente ensayo publicado en Nature (Behind the looking-glass), el neurólogo Antonio Damasio nos ofrece otro interesante ejemplo: las neuronas espejo. Estas neuronas, descubiertas por Giacomo Rizzolatti, se activan cuando se ejecuta un movimiento o cuando el individuo observa a otro ejecutar el mismo movimiento. El nombre con el que se conoce a este tipo particular de neurona es muy sugerente y ha provocado que se piense en ellas dentro y fuera del ámbito científico como “minúsculos y milagrosos espejos” que permiten que entendamos las acciones de los demás. Se asume, de alguna forma, que son capaces por si solas de llevar a cabo el proceso de reflejar las acciones de los demás de una manera misteriosa. Según Damasio esto puede ser un freno a la investigación científica del papel que dichas neuronas juegan dentro de los circuitos cerebrales. El ensayo está dedicado de hecho a proponer que dichas neuronas están integradas en redes (actuando como nodos que reclutan a otros grupos neuronales) las cuales serían responsables de un proceso de simulación de la acción observada. Sin embargo Damasio peca de lo mismo que ha criticado, porque dice que estas neuronas no serían espejos sino titiriteros (puppet masters) que manejan los hilos de redes neuronales complejas. Es decir, ha buscado una imagen sugerente que permita entender mejor la hipótesis científica que plantea en el ensayo. Esto es sin duda lo que se pretendió al utilizar el nombre de neuronas espejo, pero igual que entonces se corre el riesgo de no explicar nada. Porque todos sabemos como un titiritero maneja una marioneta, pero ¿cómo lo hace una neurona espejo?

Lupe

NOTA: Estas últimas semanas el tema de moda entre los que se dedican a la neurociencia cognitiva ha sido criticar la fMRI (Resonancia Magnetica funcional). El desencadenante ha sido fundamentalmente una revisión publicada en Nature por Nikos Logothetis (What we can do and what we cannot do with fMRI), uno de los neurocientíficos que más ha trabajado en el desarrollo de esta técnica (recientemente ha sido también noticia por temas, digamos, paracientíficos). Básicamente, lo que Logothetis hace en el artículo es cuestionar la utilidad de la fMRI para localizar áreas que se activen de forma específica ante una determinada tarea. Y esto es así porque uno de los factores que, según describe detalladamente en la revisión, más afectan a las señales detectadas por la fMRI es la neuromodulación de las regiones estudiadas (por ejemplo, la activación inducida por los mecanismos de focalización de la atención). Es decir, la fMRI es más sensible al procesamiento llamado “top-down” (relativamente inespecífico) que al “bottom-up” (específico de función). En fin, el artículo es denso pero jugoso y merece la pena leerlo con calma.

08 julio 2008

La tristeza del alma. La tristeza del cerebro


“Me sucede a veces, y siempre que me sucede es casi de repente, que me aparece en medio de las sensaciones un cansancio tan terrible de la vida que es imposible imaginar un acto con el que dominarlo. Para remediarlo, el suicidio parece poco seguro, la muerte, incluso presupuesta la inconsciencia, todavía poco. Es un cansancio que ambiciona no el dejar de existir –cosa que puede ser posible o puede no serlo– sino una cosa mucho más horrorosa y profunda, el dejar de ni siquiera haber existido, lo que no hay modo de que pueda acontecer.”

Fernando Pessoa, Libro del Desasosiego (El Acantilado-65, pág. 155)


“Durante la evaluación postoperatoria, el rostro del paciente (ver fotografía) expresó una profunda tristeza a partir de los 5 segundos después de la aplicación de una corriente continua monopolar (60 µseg. pulso; 130Hz frecuencia) que duró 7 minutos a través de un electrodo implantado en el cerebro [núcleo subtalámico]. A pesar de estar alerta, el paciente se inclinó a la derecha, empezó a llorar, y comunicó verbalmente sus sentimientos de tristeza, culpa, inutilidad y desesperanza: “Me estoy viniendo abajo, no deseo continuar con mi vida, ni ver nada, ni oír nada, ni sentir nada...” Cuando se le preguntó por qué estaba llorando, si sentía dolor, ella respondió: “No, estoy harta de la vida, ya he tenido suficiente..., no quiero vivir más, estoy asqueada de la vida..., todo es inútil, siempre sintiendo vacío, tengo miedo en este mundo”. Cuando se le preguntó por qué estaba triste respondió: “Estoy cansada, quiero esconderme en un rincón..., estoy llorando por mí misma, por supuesto..., no tengo arreglo…, por qué os estoy molestando” (...). La depresión desapareció en menos de 90 segundos desde que la estimulación intracerebral se detuvo. Durante los 5 minutos siguientes el paciente estuvo ligeramente hipomaniaco, y luego rió, hizo bromas con el examinador tirando de su corbata.”

Bejjani B-P et al., Transient acute depression induced by high-frequency deep-brain stimulation.
The New England Journal of Medicine, 340, 1476-1480 (1999)

Tito