09 mayo 2011

El verdadero milagro de Juan Pablo II

La plaza y la Basílica de San Pedro están abarrotadas de gente, llenas de fieles, y no tan fieles, deseosos de presenciar lo que ha sido anunciado. También asisten medios de comunicación de todos los rincones del mundo. Todos con las miradas puestas en el ataúd de Karol Wojtyla sacado de su tumba y expuesto seis años después de su muerte. El silencio es sepulcral porque ha llegado la hora. Por fin. Y ocurre exactamente lo que ha de ocurrir. Ante la sonrisa complaciente de muchos y el asombro desencajado de otros, el que fuera Papa Juan Pablo II se pone en pie sobre su ataúd. Y tras una sonrisa cómplice comienza a bendecir a todos los que le rodean envuelto en un extraño y maravilloso halo de luz blanca. ¡Aleluya, Karol Wojtyla ha resucitado!

¡Así de sencillo! Eso sí que sería un milagro a la vista de todo el mundo, sin oscurantismos, comités de dudosa imparcialidad o rebuscadas interpretaciones. ¿O no? Bueno, el caso es que eso no ocurrió. Pero da igual. Porque a partir de ahora todos los lugares en los que estuvo o vivió Juan Pablo II serán recordados y venerados como casi divinos. Propios de un beato que pronto será santo. ¡Santo, nada más y nada menos! Y en un futuro no muy lejano se aludirá a todos estos lugares y hechos de su vida para probar no sólo su santidad, sino una actitud moral determinada, la existencia de los milagros o la mismísima existencia de Dios. Y se dirá algo así como: “Estamos hablando de un Santo que hizo milagros, todo está escrito, muchos testigos lo vieron…”. Se hablará de todo ello como si fueran hechos absolutos y nadie, absolutamente nadie, alzará la voz para decir: “Sí, pero…, la santidad de Juan Pablo II no es un designio divino, otros hombres como nosotros lo decidieron así porque les pareció oportuno”. Bien es cierto que esto no es nuevo. Sólo hay que retrotraerse al Concilio de Nicea (325 d.c.) dónde se acordó que Jesús era el hijo de Dios. Y nos lo creemos. En parte, porque mucho otros también lo creen.

Es una capacidad de nuestro cerebro tener muy en cuenta lo que otros creen a la hora de explicar la realidad. Un estudio reciente publicado en la revista científica Science (The social sense: Susceptibility to other´s beliefs in human infants and adults) aborda esta cuestión. Los participantes en el estudio tienen que atender a una pantalla donde ocurre una escena que puede tener distintas consecuencias. En algunas de las escenas aparece un agente (simulando otro sujeto) que supuestamente tendrá sus propias predicciones acerca del resultado final de dicha escena. Lo que los investigadores miden es el tiempo de reacción, tiempo que tardan los participantes en determinar el resultado de la escena. Lo que observan es que el tiempo que tardan los participantes cuando deciden de acuerdo a sus propias creencias es casi igual que cuando deciden de acuerdo a las supuestas creencias del agente anónimo. Según los autores, esto implica que nuestro comportamiento es susceptible de ser influido por la creencia de otros, creencia que puede tener poco que ver con la realidad. Desde un punto de vista evolutivo, esto puede haber facilitado interacciones sociales complejas como las que ocurren en las sociedades humanas.

En la ceremonia de beatificación de Juan Pablo II, una monja a la que dicen que curó de Parkinson, portaba una ampolla con su sangre. Pero, ¿por qué una ampolla con la sangre del Papa? ¿Por qué no su cerebro en un frasco de formol? Al fin y al cabo todo lo que representa esta ceremonia de beatificación podría ser simbolizado por la exhibición del cerebro de Karol Wojtyla. Eso sí…, junto a todos nuestros cerebros susceptibles de creer que toda esta parafernalia es algo especial y único.

Tito

23 abril 2011

“¿Dónde está el alma de mi hijo en coma?” Lo que el Papa no dijo

Another question came from the Italian mother of a boy in a long-term coma. She asked if he still had a soul, to which the Pope replied that, yes, his soul is still present in his body.
"The situation, perhaps, is like that of a guitar whose strings have been broken and therefore can no longer play," he said. "The instrument of the body is fragile like that, it is vulnerable, and the soul cannot play, so to speak, but remains present."

Il Papa risponde (bbc, elpais, youtube)

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- Su Santidad, ¿a qué se refiere exactamente con que el cuerpo de mi hijo es frágil y su alma no puede “tocar”? Según los médicos su cuerpo está fuerte y su corazón robusto.

- Su hijo ha sufrido un daño cerebral probablemente irreparable. Y como consecuencia él ha perdido toda capacidad de recibir estímulos y de interaccionar con el mundo externo. El “instrumento de su cuerpo” yace inmóvil porque su cerebro ya no lo puede controlar. Pero su alma sigue presente en su cuerpo aunque no pueda “tocar”.

- Pero, su Santidad, yo veo a otras personas muy enfermas, también inmóviles como mi hijo, pero ellos ríen, lloran, pueden amar o rezar…, sus almas siguen “tocando”, ¿por qué el alma de mi hijo en coma está escondida y no puede “tocar” como la de ellos?

- Verá…, el daño en el cerebro de su hijo no sólo afecta a las áreas cerebrales que controlan el movimiento. Una gran parte de su corteza cerebral no funciona. Esto impide a su hijo ser consciente de él mismo, de sus seres queridos o del amor que le dan. Ya no puede razonar sobre lo que siente él o su madre. Ya no se emociona, ya no puede tomar decisiones ni hacer juicios morales sobre lo que está bien o mal. Ya no puede rezar ni tener fe en nuestro Padre como usted y yo mismo…, pero su alma sigue presente en su cuerpo…

- Pero, su Santidad, si su alma sólo puede “tocar” a través de su cerebro, ¿cómo sé que sigue ahí? ¿Qué diferencia hay entre el alma de mi hijo en coma y un alma inexistente?

Tito
P.D. Neurobiología de un Dios inexistente

13 abril 2011

Evolución actual de la humanidad (2 de 2)

Retomando las reflexiones de Francisco Ayala y Camilo José Cela Conde sobre la evolución biológica del ser humano en la actualidad, nos dicen: “Cualquier elemento de la cultura humana en que se piense tiene repercusiones más o menos directas en la constitución genética de la humanidad. La tecnología, la literatura y las artes plásticas, las normas éticas y las creencias religiosas, los sistemas de enseñanza, la medicina y la higiene, los hábitos y modas dietéticas, las leyes sociales y económicas y, en general, cualquier costumbre o ley, tienen consecuencias genéticas porque afectan deforma diferencial a la reproducción de los seres humanos.” (las cursivas son mías) ¿Pero cómo? Nos dan varios ejemplos:



- Las mejoras en las condiciones sanitarias e higiénicas y el desarrollo de terapias para el tratamiento de enfermedades que antes provocaban la muerte antes de la madurez sexual está favoreciendo el incremento de genes que hubieran sido eliminados de la población sin esos “cambios”culturales. Bien, pero este no es un ejemplo de adaptación.


- En contraposición con lo anterior, la vida en las ciudades favoreció la propagación de determinadas enfermedades infecciosas que provocaba la muerte de individuos jóvenes, lo que permitió que se seleccionaran genotipos resistentes a las diferentes infecciones. Si bien los antibióticos y otros tratamientos permitieron el control de algunas de estas plagas, éstas han sido reemplazadas por otras como el SIDA. En cualquier caso, y aunque en muchos países las plagas decimonónicas siguen causando aún muchas muertes, los “cambios” culturales citados en el punto anterior parece que globalmente tienden a reducir esta presión selectiva.


- En un sentido contrario a los anteriores, la institucionalización adecuada de personas con retraso mental parece reducir el número de hijos que estos tienen por voluntad propia, lo cual tiene como consecuencia el reducir la incidencia de genes responsables del retraso mental. Aunque esto los autores no lo dicen, es obvio que los programas eugenésicos tienen consecuencias sobre la variabilidad genética de las poblaciones (de hecho ese es el objetivo de dichos programas), pero esto difícilmente se puede considerar una adaptación.


- Y ahora vuelve el ejemplo más complicado de entender: “Sea por la consideración del problema de la “explosión” demográfica (que lleva al agotamiento de los recursos del planeta), por razones económicas o a causa del estilo de vida, ciertos grupos religiosos, ciertas clases sociales y ciertos países están disminuyendo notablemente el número de hijos por familia, mientras que otros no lo hacen. Las consecuencias evolutivas de actitudes tan diversas son difíciles de predecir, pero no cabe duda de que dan origen a fuerzas selectivas que no existían en el pasado”. Pues a mi me parece que las consecuencias evolutivas son fáciles de predecir en tanto en cuanto ninguno de los factores anteriores (fuerzas selectivas), como dije más arriba, se asocia con un determinado genotipo. Si no existe esta asociación, y no veo como pudiera existir en el mundo del siglo XXI, esto cambios culturales no tendrán ninguna consecuencia evolutiva.



Así que vuelvo a quedarme como estaba, sin entender como la evolución cultural acelera la evolución biológica. Pero los autores lo tienen muy claro:”Según algunos expertos, el componente genético de la inteligencia humana y de ciertas cualidades morales está deteriorándose en los últimos tiempos [¿a qué se refieren con esto?]; tal conclusión es, desde luego, discutible. Pero lo que no se puede negar es que la especie humana continúa evolucionando biológicamente, y que la humanidad tiene la gran responsabilidad de dirigir su evolución hacia metas intelectuales y morales apropiadas.” ¡Uf! Esto tiene pinta de ser poco científico y si un poco mesiánico. ¿No estarán disfrazando con un discurso científico otro tipo de objetivos?



“¿Cuál es el futuro biológico de la humanidad? La evolución biológica está guiada por la selección natural. Sin embargo, dicha selección es un proceso material y no un espíritu benevolente capaz de dirigir la evolución hacia el progreso y el éxito biológico. El resultado final puede ser la extinción. [...] La selección natural no tiene objetivos, por tanto, pero los humanos sí los tenemos. La humanidad es la única especie biológica consciente de su evolución y tiene, además, la capacidad de poder moldearla hasta cierto punto de acuerdo con sus propios intereses. La dirección de su evolución constituye una cuestión ética de gran importancia para la humanidad actual.” Parece que todo empieza a aclararse. No se trataba de saber si siguen actuando los principios de la evolución biológica en el humano sino de saber si podemos “guiar” la evolución. Los autores empiezan al final del libro a reflexionar sobre las posibilidades y las consecuencias de la ingeniería genética porque “No es cuestión de dejar que la evolución siga su camino como si nada hubiese sucedido. [...] el resultado final [de la evolución] puede ser la extinción [...] A la larga será, sin duda, muestro caso pero por lo que a nosotros respecta podemos intervenir en el tiempo y la forma de nuestra propia evolución. Como sujetos conscientes y poseedores de valores morales y religiosos, los humanos nos planteamos el deber de preguntarnos sobre el futuro que nos espera como especie biológica y de elegir entre las alternativas que se nos ofrecen.” Da la impresión de que el objetivo de estas reflexiones es determinar la conveniencia o no de establecer un programa de “modelado” de la evolución humana. Y recordemos que están hablando en términos biológicos, porque en términos culturales ese ha sido el objetivo de todos las ideologías que en han existido y existen en la historia humana. Sin embargo, y no voy a extenderme más, sus reflexiones se dirigen a las posibilidades de uso de las nuevas herramientas de biomedicina, que incluirían la modificación y selección de las células germinales, para eliminar las diferentes enfermedades hereditarias. El objetivo es compensar el efecto que la medicina tiene sobre la “constitución genética de la humanidad” ya que “ciertas mutaciones dañinas han dejado de ser eliminadas o, al menos, no son eliminadas con tanta rapidez y eficacia como en el pasado.” Y todo se queda ahí.



En fin, mi impresión es que Ayala y Cela Conde no demuestran que siga existiendo evolución biológica, al menos en el sentido de favorecer nuevas adaptaciones al entorno. En mi opinión la razón fundamental de que esto no esté ocurriendo es que la cultura ha eliminado los procesos de reproducción diferencial de individuos con determinada carga genética al eliminar la posibilidad de que estos se adapten mejor en función de su genotipo y que esto tenga como consecuencia dejar más descendencia. Porque el mayor o menor éxito que uno tenga en la sociedad/cultura (o en el “uso” de la sociedad para su beneficio), algo que pudiera tener relación con el genoma, no se asocia necesariamente con una mayor o menor tasa reproductiva. ¿O sí?

12 abril 2011

Evolución actual de la humanidad (1 de 2)

“Dos condiciones son necesarias para que la evolución se produzca: diversidad genética y reproducción diferencial. La selección natural es [...] un proceso de reproducción diferencial que se da cuando individuos con ciertas características genéticas dejan más descendientes que quienes poseen otras características genéticas diferentes.”



Así definen Francisco Ayala y Camilo José Cela Conde (“La piedra que se volvió palabra”, Alianza Editorial, 2006) las condiciones para que se de evolución. Esta reflexión viene a cuento de la cuestión sobre si el Homo sapiens sigue evolucionando en la actualidad, cuestión a la que previamente han dado ya una respuesta “no cabe duda de que la tasa de evolución es más rápida en la humanidad actual de lo que lo fue en el pasado y lo hace cada vez de manera más acelerada”. Esta respuesta me deja perplejo, porque a mi juicio falta una de las condiciones por ellos planteadas: la reproducción diferencial. Sin embargo, para ellos ...



“la razón está clara: el entorno en que vivimos va cambiando con mayor rapidez ahora que en el pasado y lo hace cada vez de manera más acelerada. La evolución cultural de que hablamos en el capítulo anterior cambia muy deprisa nuestro entrono. La selección natural, como proceso biológico de respuesta a los cambios ambientales –el proceso por el cual las especies se adaptan a ellos-, actúa en consecuencia.”



Viniendo estas palabras de quienes vienen (sobre todo de Ayala) no dejo de sorprenderme de mi ignorancia, porque entiendo que la única forma de “actuar en consecuencia”, es que grupos de individuos con determinadas características genéticas se adapten mejor a estos cambios culturales y que dejen más descendencia como consecuencia de esa adaptación. Un ejemplo clásico es la adaptación que permite la tolerancia a la lactosa en el adulto lo que permite la ingesta de leche del ganado y que favorece la supervivencia en el entorno de las primitivas sociedades ganaderas. Pero este tipo de procesos no se está dando en la actualidad. ¿O sí? Para los autores la respuesta parece afirmativa:



“Las diferencias de la eficacia reproductora pueden deberse a las características biológicas de los individuos –si son, por ejemplo, más saludables o más fecundos- pero también a las preferencias o costumbres culturales en el sentido amplio que hemos dado al término “cultura” en el capítulo anterior. Por poner un ejemplo, las preferencias sociales y otras circunstancias de la vida conducen a que ciertos individuos que pertenecen a grupos étnicos diferentes, o que son genéticamente diferentes de otros, decidan tener más o menos hijos. Esa elección tiene consecuencias biológicas, es decir, lleva a la evolución de la especie, puesto que aumenta la incidencia de unos genes a costa de otros.” (las cursivas son mías)



El primer caso refiere al ejemplo mencionado antes pero lo segundo me deja desconcertado. Se me ocurren dos posibilidades de ese efecto de “las preferencias sociales o costumbres culturales” sobre la reproducción diferencial. En la primera habría que asumir la existencia de un aislamiento genético entre poblaciones, de manera que en cada una de las poblaciones aisladas, “las preferencias sociales” puedan determinar que aquellos individuos con determinadas características físicas o de comportamiento puedan dejar más descendencia. Para ello habría que limitar el “acceso a la reproducción” a aquellos individuos sin esas características (estigmatización) o directamente “eliminar” a los individuos que no presenten dichas características. Desconozco si existen evidencias de que una situación de este tipo pudiera explicar las diferencias fenotípicas entre poblaciones que incluso ahora se pueden observar, en un proceso que se podría comparar con el de la selección realizada durante generaciones por agricultores y ganaderos. Pero en cualquier caso hoy en día no nos encontramos en una situación de aislamiento genético estricto entre poblaciones. Y aunque pudiéramos aceptar una cierta diferenciación genética entre dos grupos dentro de una sociedad, y dadas unas “costumbres” diferentes entre estos grupos que determinen tasas de fertilidad diferentes, tendríamos que tener además un mecanismo “social” que mantuviera en el tiempo un cierto grado de aislamiento reproductivo. Pero incluso así, esto sólo determinaría una evolución de la especie en su conjunto si uno de los grupos tuviera tasas de fertilidad inferiores a la tasa de recambio poblacional. ¿Es esto a lo que se refieren los autores?



Antes de plantearnos algunos ejemplos, Ayala y Cela Conde nos explican: “La evolución cultural no ha eliminado la evolución biológica, aun cuando sea mucho más eficaz que ésta como proceso de adaptación al medio ambiente”. Pero una cosa es la adaptación y otra distinta, aunque relacionada, es la selección natural, la base de la evolución biológica. Así ellos mismos nos dicen que “[...] la selección natural es sólo el proceso de reproducción diferencial de individuos con genotipos diferentes. Los individuos que poseen alelos con efectos favorables en el entorno en que la población vive dejan, en promedio, más descendientes que los individuos con alelos perjudiciales o menos favorables. En consecuencia, la frecuencia de los genes favorables aumenta a través de las generaciones y éstos llegan por fin a ser los dominantes en la población, mientras que los desfavorables son eliminados. El resultado lleva a que las especies, incluso la humana, están constituidas por una mayoría de individuos razonablemente bien adaptados a su ambiente.” Pero la evolución cultural permite que el proceso de adaptación al medio se pueda dar sin evolución biológica y además de una manera más rápida (y eficaz, dicen los autores) que ésta. Además, “La selección natural tiene dos componentes: supervivencia y fertilidad. Los individuos tiene que sobrevivir hasta la madurez sexual para tener hijos y cuanto más tiempo sobrevivan y más hijos tengan, mayor será la contribución de sus genes a la siguiente generación.” La evolución cultural no requiere de estos componentes para producir adaptación.



Pero volvamos a la afirmación de los autores acerca de la evolución biológica en la especie humana: “Es posible que la selección natural disminuya de intensidad en el futuro, pero, en cualquier caso, nunca desaparecerá del todo. Mientras exista diversidad genética, y siempre que los individuos con ciertos genes tengan mayor eficacia reproductiva que otros, la selección natural y la evolución biológica de nuestra especie continuarán estando presentes.” De acuerdo. El problema según lo he dicho es que en la actualidad “los individuos con ciertos genes” no tienen “mayor eficacia reproductiva que otros”, o al menos yo no veo como esto puede estar ocurriendo. Sin embargo los autores afirman “Los cambios culturales [...] crean nuevas presiones selectivas [...] favoreciendo así la evolución biológica.” ¿A que se refieren? El primer ejemplo que citan es el de la “domesticación de vacas y ovejas y el uso de la leche como alimento más allá de la niñez [que] llevaron a la selección del gen que permite a los adultos digerir la lactosa”. Este claramente un ejemplo de selección que permite una mejor adaptación al nuevo entorno cultural (ganadería). ¿Existen otros ejemplos de este tipo?



(continuara...)


09 enero 2011

Un mundo a la carta: Visión remota


No one with any thinking capacities will deny that our species possesses powers of mind that far exceed our biological factors and parameters.
Ingo swann (“Remote viewing?” In: Eight martinis, august 2010)


Y el día llegó. A pesar de las luchas entre gobierno y oposición, la ley se aprobó. La nueva ley obligaba a todos los colegios y universidades a enseñar la “visión remota” (algo así como precognición, clarividencia y telepatía, todo junto) en su programa de ciencias como hecho científico suficientemente probado. O al menos así se justificaba en el texto de la ley que utilizaba entre otras referencias el programa Star Gate de investigación norteamericano que estudiaba el poder mental de determinados sujetos llamados psíquicos. También se citaba la revista “Eight Martinis (Ocho Martinis)” que contenía varios artículos sobre visión remota y poderes similares además una revisión sobre la última conferencia internacional sobre el tema celebrada en 2010.

Tras la entrada en vigor de la nueva ley, algunos se mostraron escépticos y no daban crédito. ¿Cómo se explica que alguien pudiera tener conocimiento de hechos que van a suceder en el futuro o que están ocurriendo a miles de kilómetros de distancia? Escepticismo que era rebatido con argumentos contundentes por los expertos en visión remota (Free will in a precognitive predetermined world” by Marty Rosenblatt): “Hay datos que sugieren que la información sobre lo que va a ocurrir está disponible a nivel del subconsciente (…). La información llega a la persona desde el “Orden Universal” (invisible piper) a través de un “tu-elevado” (higher-you) o un “tu-profundo” (deeper-you) o un tu-subconsciente o un tu-no físico o un tu espíritu o un tu-más sabio futuro o … cualquier etiqueta que refiera a un aspecto no físico de tu ser. Este “tu-elevado” no sólo tiene acceso y es consciente de todas tus memorias y todo tu sistema nervioso autónomo que controla tu respiración y el bombeo del corazón, también tiene acceso a tu “futuro subjetivo” (…).

Pero, a pesar de las claras explicaciones, los problemas empezaron a llegar. Y es que algunos sectores de aquella sociedad no estaban de acuerdo con aquellos argumentos que justificaban esa nueva capacidad mental humana. Desafortunadamente, no tenían la mente lo suficientemente abierta, se decía.

Algunos hospitales eran un caos. Sobre todo los departamentos de Neurofisiología y Neurocirugía. Se acumulaban los supuestos pacientes que se quejaban de anomalías en su visión remota. ¿Qué debían recetarles? ¿Qué pruebas diagnósticas debían hacer? ¿Cómo explicar a los pacientes la alteración de su “yo-elevado”y el malfuncionamiento de su subconsciente? ¿Cómo se detectaba éste en el escáner? Y si no se detectaba en el escáner, ¿cómo se podía estudiar?

Según los expertos el problema de los pacientes era probablemente que las “Dianas” (Targets) o las “pistas” (Cue) que utilizaban no eran los adecuados para la práctica de la visión remota (“Remote viewing for skeptics” by Paul Bisson). Además insistían en que: El “yo-elevado” vive principalmente en un mundo que puede ser visto como teniendo más dimensiones y así más grados de libertad vibracionales. El “yo-elevado” es capaz de comunicarse a través de la interface espacio-tiempo. Y para mayor claridad, continuaban: La interface entre tu “yo-no físico” y tu “yo-elevado” es probablemente el campo de “Punto de Energía Zero” (Zero Point Energy [ZPE]) que permea a través de todo el espacio-tiempo físico.

En algunos departamentos de investigación en neurociencia, según la nueva ley “departamentos de investigación en conciencia cuántica”, exigían dinero para hacer una renovación total de recursos y bibliotecas. Al fin y al cabo todo lo que se conocía hasta entonces parecía ser erróneo… El famoso dicho “A hombros de gigantes…” se modificó por “Usted puede sanar su vida”. Los proyectos de investigación se financiaban si entre las palabras clave aparecían “conciencia cuántica” o “cerebro cuántico” o cualquier otra cosa que fuese cuántica. Y los protocolos de investigación quedaron obsoletos. La interpretación de los resultados era lo verdaderamente relevante, los datos en sí mismos eran aburridos y “fríos”, se decía. Las huelgas entre los neurocientíficos ignorantes en estos temas no se hicieron esperar.

En algunas universidades también hubo problemas. En las carreras de ciencias de la vida se estaban volviendo locos en un último intento de incorporar la visión remota en la teoría de la evolución de las especies de Charles Darwin. ¿Era una capacidad innata? ¿Era cultural? ¿Cuál había sido su historia evolutiva? ¿Tenía algo que ver con la biología?

Los expertos en visión remota entendían el malestar popular pero insistían en que: El intelecto tiene problemas con esta perspectiva, pero todavía para muchos encaja con su realidad mejor que una perspectiva más estrecha. ¡Confía en ti mismo! (…) (“Free will in a precognitive predetermined world” by Marty Rosenblatt).

Afortunadamente para el gobierno, muchos sectores vieron la ley con agrado. Por ejemplo, este cambio en el programa educativo fue apoyado por los seguidores del Diseño Inteligente. También se sintieron reconocidos los videntes y los profetas. De hecho, algunos aseguraban que ya habían profetizado la aprobación de la ley de visión remota y que tenían testigos para mostrar sin ambigüedad que lo que decían era cierto. El gobierno extendió la ayudas que proporcionaba a las medicinas alternativas a programas para formación de nuevos videntes.

“En mi opinión la aprobación de la nueva ley es una vergüenza. A mí no me engañan con esa pantomima de la visión remota”, decía a pie de calle un hombre al salir de la iglesia de celebrar el nacimiento del hijo de Dios un nuevo 25 de diciembre, día de Navidad.

Tito

P.D. ¡Feliz año 2011!