21 julio 2005

Demonios, alienígenas y parálisis del sueño


Podrá parecer sorprendente ver relacionados los “conceptos” que presento en el título de esta anotación, pero en realidad es una asociación que ha sido muy utilizada por diferentes estudiosos (psicólogos, antropólogos) de las experiencias paranormales. La parálisis del sueño es una alteración del sueño no patológica experimentada alguna vez en la vida por un 25-40% de la población (según los estudios), aunque está proporción se dispara al 50-60% en el grupo de pacientes de trastorno post-traumático (la parálisis del sueño es también uno de los síntomas cardinales de la narcolepsia). Durante un episodio de parálisis del sueño el individuo se encuentra en la fase del sueño conocida como REM (caracterizada por el movimiento rápido de los ojos y por la atonía muscular) aunque de forma consciente. Este tipo de situación se da más frecuentemente al final del periodo de sueño, antes de despertarnos, y también al inicio del sueño. Lo llamativo de la parálisis del sueño es que el individuo es consciente del entorno pero es incapaz de moverse o hablar. Además suele ir acompañada de alucinaciones auditivas y visuales, sensación de estar flotando o “fuera del cuerpo”, y una muy característica presión sobre el tórax que suele ser descrita como “algo o alguien” que se encuentra sobre el pecho impidiendo al individuo respirar. Estas alucinaciones podrían ser inducidas por la actividad cerebral generada internamente (sin estímulos externos) durante la fase REM, o bien por otro tipo de fenómenos fisiológicos asociados a esta fase del sueño (estimulación del sistema vestibular u órgano del equilibrio, alteraciones respiratorias) aún no determinados con precisión.

Diferentes investigadores han estudiado las distintas manifestaciones asociadas a la parálisis del sueño desde un punto de vista transcultural, constatándose que los episodios de parálisis del sueño suelen ser percibidos como experiencias espirituales cuya interpretación depende tanto del contexto cultural como de las actitudes de los individuos que padecen dichos episodios. En muchos otros casos son descritos como experiencias terroríficas en las que los individuos son atacados por espíritus malignos o demonios que intentan asfixiarles. La parálisis del sueño sería por tanto una explicación universal con base biológica de muchas creencias en espíritus y seres sobrenaturales que perviven en diferentes sociedades, incluidas las de los países desarrollados. En este sentido, las narraciones más habituales de abduciones por alienígenas suelen ser descripciones “de libro” de episodios de parálisis del sueño, si bien otros fenómenos neurológicos (como la creación de falsas memorias o las experiencias “fuera del cuerpo”, ya comentadas en esta bitácora) también estarían relacionados con estas experiencias. De esta manera se podrían entender las experiencias sinceras (descartamos, claro, a farsantes y estafadores) de muchas personas que describen haber viajado con alienígenas en naves espaciales y haber sufrido exámenes médicos dolorosas o abusos sexuales, sin tener que recurrir a la hipótesis obviamente menos plausible de que dichas experiencias sean reales.

Lupe

PD: Este apunte está inspirado en un artículo de la revista Science News (nada que ver con la prestigiosa revista científica Science), y que también ha sido comentado en la neurobitácora Mind Hacks; dicho artículo está a su vez motivado por la aparición de un número especial de la revista Transcultural Psychiatry dedicado a la parálisis del sueño (por desgracia sólo se puede acceder gratuitamente a los resúmenes de los artículos). Se puede encontrar abundante información sobre la parálisis del sueño aquí, y sobre la “neurobiología” de las abduciones aquí.

01 julio 2005

El poder curativo de la mente: el efecto placebo


El pasado mes de Mayo, JAMA, la revista de la Asociación Médica Americana, publicó los resultados de un ensayo clínico realizado en Alemania en el que se estudiaba el efecto de la acupuntura en pacientes con migrañas comparado con un procedimiento control de “falsa” acupuntura (grupo placebo) y con un grupo de pacientes en lista de espera. Al parecer el estudio fue solicitado por las autoridades de salud alemanas ya que desde 2001 las compañías de seguro de ese país cubren los gastos del tratamiento de acupuntura para el dolor crónico. Según el estudio, el tratamiento con “verdadera” acupuntura no mejoró el estado clínico de los pacientes comparado con el tratamiento con “falsa” acupuntura, aunque ambos tratamientos redujeron la frecuencia de episodios de dolor de cabeza moderados y severos al compararlos con los pacientes que se mantuvieron en lista de espera (Linde K. y cols., JAMA 293: 2118-2125, 2005).

En realidad lo verdaderamente sorprendente del estudio, también para los autores, es la enorme mejoría que se observó en el grupo placebo, es decir, el de pacientes tratados con el procedimiento de “falsa” acupuntura (en algunos individuos la mejoría fue de una reducción de más del 50% en la frecuencia de ataques de migrañas). Este tratamiento de “falsa” acupuntura consistió en que los pacientes se sometieran a sesiones en las que se les pinchaba con agujas de acupuntura, pero más superficialmente, en menor número y en localizaciones diferentes a las postuladas por las teorías de acupuntura. Aunque se trata de un tratamiento que implica una manipulación física y que puede, por tanto, tener efectos fisiológicos, la explicación postulada en el artículo es que tanto la “falsa” acupuntura como la “real” conllevan un potente efecto placebo. Algunos aspectos de la acupuntura explicarían este efecto como es por ejemplo el ser un tratamiento relativamente complejo (las intervenciones médicas complejas o que usan aparatos complejos parecen tener un gran efecto placebo), que está basado en teorías exóticas, que exige un contacto frecuente con el especialista y que conlleva la repetición de un ritual (la colocación de las agujas).

Son numerosos los estudios que han mostrado la importancia del efecto placebo en el tratamiento de diferentes enfermedades y cualquier ensayo clínico que pretenda demostrar las bondades de un nuevo tratamiento o fármaco debe demostrar una eficacia superior a la del placebo. Este efecto placebo se basa en la expectativa que el paciente tiene de curarse cuando recibe tratamiento, y depende, como demuestra el estudio sobre la acupuntura, de muchos aspectos psicológicos relacionados con el contexto del tratamiento. Se trata por tanto de un efecto “curativo” de la actividad de nuestro cerebro y no debe desdeñarse (sobre todo porque en general tiene menos efectos secundarios que el tratamiento con fármacos): lo interesante es poder descifrar los mecanismos neurobiológicos que subyacen a dicho efecto. Pero en cualquier caso no puede sustituir (a lo sumo complementar) los diferentes procedimientos terapéuticos aplicados a patologías como el cáncer. Lo contrario sería un suicidio.

Lupe