31 agosto 2008

La envidia corroe los huesos


Lo que viene a continuación es en parte una confesión pero sobro todo un entretenimiento de fin de verano. Los que me conocen saben que cuando cae en mis manos algún panfleto / folleto de temática esotérica o religiosa me apresuro a archivarlo en la papelera más cercana (alguna reprimenda he recibido por tal comportamiento). Bien, confieso que este verano, entre siesta y siesta, he hojeado uno de estos panfletos: Se titulaba “Consuelo para los deprimidos” y lo editaba Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania. Se trataba básicamente un instrumento de proselitismo para animar a solicitar “un estudio bíblico gratuito en su hogar” (???). El folleto trataba sobre la depresión y contenía numerosas citas bíblicas acerca de las causas de la depresión, la ayuda que precisa el deprimido y “el día en que no habrá más depresión”. Mi sorpresa fue al leer en uno de los primeros párrafos lo siguiente: “Según parece, el estrés, acompañado de ideas y emociones perjudiciales, puede afectar al cuerpo y contribuir a que haya un desequilibrio químico en el cerebro, lo que produce la depresión.” (la negrita es mía). En realidad no debería haberme sorprendido pues ya hemos comentado en esta bitácora que la iglesia católica reconoce la necesidad de acercarse a la neurociencia para entender al ser humano: “los comités teológicos [...] ven que si Dios tiene algo que hacer con los seres humanos debe hacerlo a través de la interacción con sus cuerpos y más particularmente aún con sus cerebros.” Pero lo que realmente ha provocado que haya escrito este apunte es el añadido que, entre paréntesis, seguía en el folleto a la explicación neurocientífica de la depresión: “Compárese con Proverbios 14:30”. Uf, que desazón no poder contar en aquel momento con la posibilidad de leer Proverbios 14:30. Acabo de llegar a casa y me he abalanzado sobre la primera Biblia que he encontrado en internet: “Un corazón apacible es la vida del cuerpo, pero la envidia corroe los huesos” (la negrita, obviamente, es mía).

Neurocientíficos del mundo, unámonos en la búsqueda de las “neuronas hueso”, cuyo desequilibrio, como ya intuyó el sabio “Salomón, hijo de David, rey de Israel”, es la causa de la depresión.

Lupe

26 agosto 2008

Ciencia beligerante frente a ciencia ignorante


Encuentro este par de párrafos en el libro “Hiperespacio” de Michio Kaku (Drakontos bolsillo, pag. 458) en relación al debate generado en Física entre reduccionistas y holistas. Debate que el autor entiende a veces como una batalla entre “ciencia beligerante” y “ciencia ignorante”.

La ciencia beligerante asocia a la oposición con una visión pesada y rígida de la ciencia que más que persuadir, aliena. La ciencia beligerante trata de ganar puntos en un debate, más que ganarse a la audiencia. En lugar de apelar a los mejores instintos de la audiencia lega, presentándose a sí mismo como la defensora de la razón ilustrada y el experimento correcto, se presenta como una Inquisición española. La ciencia beligerante es una ciencia con resentimiento. Sus científicos acusan a los holistas de ser tontos, de hacer su física confusa, de arrojar palabrería pseudocientífica para cubrir su ignorancia. Por consiguiente, la ciencia beligerante puede estar ganando las batallas individuales, pero está finalmente perdiendo la guerra. En cada escaramuza cuerpo a cuerpo, la ciencia puede apabullar a la oposición haciendo desfilar montañas de datos y tesis doctorales. Sin embargo, a la larga, la arrogancia y la vanidad pueden fracasar finalmente alienando a la misma audiencia que está tratando de persuadir.

La ciencia ignorante llega al extremo opuesto, rechazando el experimento y abrazando cualquier caprichosa filosofía que surja. La ciencia ignorante ve los hechos desagradables como simples detalles, y la filosofía global como un todo. Si los hechos no parecen encajar en la filosofía, entonces obviamente algo está mal en los hechos. La ciencia ignorante viene con una agenda predeterminada, basada en la satisfacción personal más que en la observación objetiva, y trata de ajustarse a la ciencia como una cuestión secundaria.


Tito