“Spooky actions at a distance”, en los fenómenos paranormales
“I cannot seriously relieve in it because the theory cannot be reconciled with the idea that physics should represent a reality in time and space, free from spooky actions at a distance” (Albert Einstein 1947)
Esta expresión, “spooky actions at a distance” (algo así como, efectos extraños o espeluznantes a distancia), fue utilizada por Albert Einstein en oposición a la explicación propuesta por algunos físicos cuánticos, como Bohr o Heisemberg, para el comportamiento de las partículas elementales (como la no localidad). Aquella disputa se resolvió, con ayuda del método científico (experimentos de Bell), a favor de la física cuántica. Curiosamente, alrededor de 300 años antes, el mismísimo Newton mostró su “extrañeza” por lo absurdo que le resultaba que un cuerpo actuase sobre otro (en referencia a la gravedad) sin mediación de ningún tipo, a través del espacio vacío ("Quantum weirdness. An analogy from the time of Newton”).
Algunos han querido ver en los problemas científicos de la física cuántica similitudes, o mejor dicho compatibilidades, con las supuestas “acciones a distancia” que ocurren en los fenómenos paranormales, como la telepatía, la telequinesia o la curación a distancia. Es el caso de Drew Leder en su artículo titulado: “Spooky actions at a distance”. Physics, Psi and Distant healing. Sirviéndose de este paralelismo, este autor compara el desconocimiento científico de algunos de los efectos de la mecánica cuántica con el desconocimiento actual de la ciencia en relación a los fenómenos paranormales. Y, de hecho, propone algunas hipótesis, con inconvenientes incluidos, que sugiere compatibles entre la psicología y la física. Dos ejemplos cogidos del mencionado artículo:
Transmisión energética: La curación a distancia funcionaría como la radioterapia sobre un tumor maligno. Es decir, los pacientes reciben energía que reduce la masa tumoral. El (“pequeño”) problema es que la energía que participa en la curación a distancia no tiene nada que ver con las conocidas por la física actual. De hecho, esta energía no se ve modificada por barreras físicas o por la distancia, de manera que no se puede medir o cuantificar (¿Un dragón en el garaje?). Sería, por tanto, un tipo de energía parecida a las propuestas por otras culturas como la ch´i china. Una especie de energía psicoespiritual.
Entrelazamiento no local: Se sabe que la mente de una persona puede estar conectada con otras, o con un sitio o evento a distancia. Es como la madre que sabe que su hijo está en peligro. O dos amigos que deciden hablar por teléfono justo en el mismo momento. O despertarse de repente en la noche y “saber” que un pariente a fallecido… El (“pequeño”) problema es que, hasta donde se sabe, el entrelazamiento es un fenómeno que atañe a partículas y no tiene por qué tener un efecto en el mundo macroscópico, en la biología.
Sinceramente, ¿no parecen estas hipótesis (o compatibilidades) una broma? ¿Pueden ser consideradas hipótesis científicas? Desde mi punto de vista estas propuestas tienen su origen en algunos errores fundamentales. En primer lugar, una incorrecta interpretación de la relación cerebro-conducta. El cerebro no es una “caja negra” con capacidades ocultas. De acuerdo a los datos de que disponemos, y son muchos, el cerebro es un órgano biológico y su actividad (que se puede medir) es responsable de la conducta humana. Nada en la biología del cerebro hace suponer o sospechar, o mínimamente sugerir, que el cerebro tenga capacidades sobrenaturales a distancia. En segundo lugar, una incorrecta interpretación de la física cuántica. Y si no, que hablen los físicos. La no localidad en física cuántica no significa que una persona pueda estar en dos lugares diferentes al mismo tiempo. Ni tampoco que las mentes de dos personas puedan estar conectadas. No es igual una partícula elemental que un cerebro.
Finalmente, comparar seriamente los problemas científicos de la física cuántica con los misterios de los poderes paranormales no es ni más ni menos que un engaño (con o sin intención). Sobre todo por una razón: La física cuántica es una teoría aceptada porque ha demostrado ser cierta en todas las ocasiones en la que se ha visto sometida a prueba. Los fenómenos paranormales no son aceptados por la inmensa mayoría de neurocientíficos, como neurobiólogos, psicólogos o psiquiatras, porque no se ha podido demostrar seriamente su existencia. Es más, hay excelentes hipótesis que explican los supuestos fenómenos de manera natural sin la invención de nada misterioso.
Tito
Esta expresión, “spooky actions at a distance” (algo así como, efectos extraños o espeluznantes a distancia), fue utilizada por Albert Einstein en oposición a la explicación propuesta por algunos físicos cuánticos, como Bohr o Heisemberg, para el comportamiento de las partículas elementales (como la no localidad). Aquella disputa se resolvió, con ayuda del método científico (experimentos de Bell), a favor de la física cuántica. Curiosamente, alrededor de 300 años antes, el mismísimo Newton mostró su “extrañeza” por lo absurdo que le resultaba que un cuerpo actuase sobre otro (en referencia a la gravedad) sin mediación de ningún tipo, a través del espacio vacío ("Quantum weirdness. An analogy from the time of Newton”).
Algunos han querido ver en los problemas científicos de la física cuántica similitudes, o mejor dicho compatibilidades, con las supuestas “acciones a distancia” que ocurren en los fenómenos paranormales, como la telepatía, la telequinesia o la curación a distancia. Es el caso de Drew Leder en su artículo titulado: “Spooky actions at a distance”. Physics, Psi and Distant healing. Sirviéndose de este paralelismo, este autor compara el desconocimiento científico de algunos de los efectos de la mecánica cuántica con el desconocimiento actual de la ciencia en relación a los fenómenos paranormales. Y, de hecho, propone algunas hipótesis, con inconvenientes incluidos, que sugiere compatibles entre la psicología y la física. Dos ejemplos cogidos del mencionado artículo:
Transmisión energética: La curación a distancia funcionaría como la radioterapia sobre un tumor maligno. Es decir, los pacientes reciben energía que reduce la masa tumoral. El (“pequeño”) problema es que la energía que participa en la curación a distancia no tiene nada que ver con las conocidas por la física actual. De hecho, esta energía no se ve modificada por barreras físicas o por la distancia, de manera que no se puede medir o cuantificar (¿Un dragón en el garaje?). Sería, por tanto, un tipo de energía parecida a las propuestas por otras culturas como la ch´i china. Una especie de energía psicoespiritual.
Entrelazamiento no local: Se sabe que la mente de una persona puede estar conectada con otras, o con un sitio o evento a distancia. Es como la madre que sabe que su hijo está en peligro. O dos amigos que deciden hablar por teléfono justo en el mismo momento. O despertarse de repente en la noche y “saber” que un pariente a fallecido… El (“pequeño”) problema es que, hasta donde se sabe, el entrelazamiento es un fenómeno que atañe a partículas y no tiene por qué tener un efecto en el mundo macroscópico, en la biología.
Sinceramente, ¿no parecen estas hipótesis (o compatibilidades) una broma? ¿Pueden ser consideradas hipótesis científicas? Desde mi punto de vista estas propuestas tienen su origen en algunos errores fundamentales. En primer lugar, una incorrecta interpretación de la relación cerebro-conducta. El cerebro no es una “caja negra” con capacidades ocultas. De acuerdo a los datos de que disponemos, y son muchos, el cerebro es un órgano biológico y su actividad (que se puede medir) es responsable de la conducta humana. Nada en la biología del cerebro hace suponer o sospechar, o mínimamente sugerir, que el cerebro tenga capacidades sobrenaturales a distancia. En segundo lugar, una incorrecta interpretación de la física cuántica. Y si no, que hablen los físicos. La no localidad en física cuántica no significa que una persona pueda estar en dos lugares diferentes al mismo tiempo. Ni tampoco que las mentes de dos personas puedan estar conectadas. No es igual una partícula elemental que un cerebro.
Finalmente, comparar seriamente los problemas científicos de la física cuántica con los misterios de los poderes paranormales no es ni más ni menos que un engaño (con o sin intención). Sobre todo por una razón: La física cuántica es una teoría aceptada porque ha demostrado ser cierta en todas las ocasiones en la que se ha visto sometida a prueba. Los fenómenos paranormales no son aceptados por la inmensa mayoría de neurocientíficos, como neurobiólogos, psicólogos o psiquiatras, porque no se ha podido demostrar seriamente su existencia. Es más, hay excelentes hipótesis que explican los supuestos fenómenos de manera natural sin la invención de nada misterioso.
Tito