Divulgación de la ciencia: responsabilidad de los científicos
En un estudio cuyos resultados se resumen en la Revista Madri+d (nº 28, marzo 2005) se afirma que la participación de los científicos en actividades de divulgación científica es escasa y limitada a determinados foros o medios si bien el grado de preocupación, incluso de compromiso, con la comunicación de la ciencia, la compresión pública de la ciencia y la cultura científica del público es elevado. “El acercamiento de los científicos al público emerge en numerosas ocasiones de iniciativas particulares que tienen mucho que ver en efecto con su voluntad personal, su carácter más o menos abierto, su compromiso social, y muchos otros parámetros.” Los autores del estudio indican que “los científicos deben prepararse no sólo para ser investigadores, sino también para participar en la divulgación y comunicación pública de la ciencia, respondiendo a la necesidad de mejorar el acceso a la ciencia del público en general.” En cuanto a las causas de este alejamiento por parte de los científicos de lo que debería de ser una de sus tareas fundamentales se destacan “la multitud de labores y gestiones que acompañan habitualmente a su trabajo de investigación”, el “desvío de sus actividades cotidianas de investigación”, y el “esfuerzo de simplificación y de adaptación de su lenguaje habitual para hacerlo comprensible al gran público”. Se insiste también en “la escasa importancia que se da a estas tareas a la hora de evaluar la actividad de los científicos” lo que lleva a los autores a plantear “la importancia de animar e incentivar al investigador, fomentar su acercamiento al gran público” mediante la valoración profesional de la divulgación que en la actualidad es prácticamente nula. Se puede consultar el informe completo aquí.
El estudio comentado se basó en la actividad de los científicos del CSIC en la VI Feria Madrid por la Ciencia. En relación con la temática de nuestra bitácora destacamos las actividades llevadas a cabo por el Instituto de Neurobiología Santiago Ramón y Cajal con nombres como “¿Cómo funciona el cerebro?”, “El cerebro controla nuestra conducta” o “Construyendo una neurona” (esta última dirigida a los niños y que debió ser muy divertida). Este tipo de actividades dan a conocer, aunque no con mucha profundidad obviamente, el funcionamiento de nuestro cerebro, y permiten, al menos en parte, desterrar los fantasmas que el analfabetismo científico crea para explicar cosas que no tienen nada de extraordinarias. Felicitamos a los responsables de esta iniciativa y prometemos algún día participar en otras similares.
Lupe