La conducta moral humana ¿Neuronas del bien y del mal?
“La invención de la moral”. Es el título de una conferencia que vi anunciada hace unos días. Y me llamó la atención. Título que venía a cuestionar algo que parece tan absoluto y tan obvio como la noción de lo que está bien o mal en lo que respecta a nuestra conducta. ¿Acaso la moral depende del momento histórico? Según el conferenciante, filósofo e historiador, la moral, así como la entendemos actualmente, es un concepto inventado a partir de la época de Nicolas de Maquiavello (1469- 1527) y Jehan de Mandeville (1300-1372) y en contraposición a las fórmulas moralmente discutibles preescritas por estos autores (véase, por ejemplo, en el diccionario, “Maquiavélico”: que tiene características como la perfidia, la falta de escrúpulos y la astucia.). Parece ser que desde un punto de vista histórico la noción de moral no ha existido siempre, o al menos, no ha sido siempre la misma. Entonces, el criterio de lo que está bien o está mal no es absoluto ni obvio.
La definición de moral (del latín moralis) o ética (del griego ethikos) en origen hace referencia al consenso en las costumbres de un grupo social, o a una indicación para actuar de una manera determinada pero no de otras. Estamos hablando de conducta. Entonces, ¿podemos hablar de la moral en términos neurobiológicos? Creo que hoy en día, siglo XXI, la mayoría coincidiremos en que sí. Sin embargo, algunos dirán que sólo en tanto en cuanto la moral requiere los más altos niveles de razonamiento frío y objetivo, que supuestamente reside en áreas “superiores” de nuestro cerebro. Según esta perspectiva, la moral nos aporta una serie de reglas objetivas que nosotros asumimos y utilizamos en nuestra conducta social. Esta visión da pie a considerar la moral como algo de corte sobrenatural (el Bien y el Mal), absoluto y que nos viene dado (léase, moral religiosa). Incluso se ha visto en la moral humana algo que enaltece nuestro cerebro y lo pone a años luz del cerebro del resto de los animales, incapaces de distinguir el Bien del Mal. ¡Nada más lejos de la realidad! La verdadera perspectiva, según recientes estudios en el campo de las neurociencias, es que la moral es una cualidad intrínseca a nuestra conducta social, y que por tanto es subjetiva. El desarrollo adecuado de la conducta moral requiere cualidades como la motivación y la emoción, y depende del funcionamiento de áreas específicas de nuestro cerebro. Dicho sea de paso, según la neurobiología actual, el razonamiento siempre implica un componente emocional (ver “El error de Descartes” Antonio Damasio), y en muchos casos cuando éste falta se habla de patologías en la conducta (ver más abajo).
La capacidad de decidir si algo está bien o no en nuestra convivencia social diaria depende de la correcta interacción entre áreas determinadas de nuestro cerebro. ¿Por qué sabemos esto? Como en otros campos de las neurociencias, el conocimiento acerca de la conducta moral está siendo posible gracias a los cambios documentados de esta conducta en pacientes con un malfuncionamiento cerebral, en donde se pueden discernir lesiones concretas en áreas específicas del cerebro. Ejemplos claros de cambios en la conducta moral se dan en pacientes con daño en el lóbulo frontal. En un reciente trabajo de Antonio Damasio y sus colaboradores (Anderson SW et al., Nature Neuroscience, 2, 1032-1037, 1999), se describe la historia clínica y los resultados aportados por técnicas de imagen cerebral, de dos pacientes con lesiones en la corteza prefrontal. En edad escolar, sus profesores observaban que estos sujetos “nunca mostraban sentimientos de culpa o remordimiento por sus actos”. No se encontró en ellos ninguna evidencia de empatía, culpaban a otros de sus dificultades sociales y eran incapaces de tomar decisiones o evaluar las consecuencias de sus actos. La lesión en la corteza prefrontal, sobre todo si se da a edades muy tempranas, tiene como consecuencia un desarrollo anormal de la conducta moral en estos individuos. Estos sujetos mostraron, por otro lado, capacidades intelectuales normales como, por ejemplo, aritmética mental, razonamiento verbal, percepción visuoespacial. Según los autores, el daño en esta área cerebral puede comprometer el papel crucial que juegan las emociones en la toma de decisiones en un contexto social determinado. Además de estos estudios de lesión, otras investigaciones han mostrado mediante técnicas de imagen cerebral que la activación de áreas como la corteza prefrontal y la amígdala se correlaciona con el contenido moral (en algunos casos violaciones morales) de fotos observadas por los sujetos sometidos a experimentación (Harenski CL and Hamann S, Neuroimage, 2005). En base a estos y otros muchos estudios, actualmente hay diferentes modelos que tratan de explicar cómo emerge el fenómeno de la moral a partir del funcionamiento de nuestro cerebro (Moll J et al., Nature Reviews Neuroscience, 6, 799-809, 2005).
Hace varios meses vi anunciado un congreso que iba a tener lugar en Paris en Enero de 2005 titulado “La neurobiología de los valores humanos”. Y pensé que el futuro está más cerca de lo que pensamos. Reconozco que dejar los Valores humanos en manos de algo tan maleable y sujeto a cambios como es el cerebro, produce una incómoda sensación de desasosiego. ¿Se cierne sobre la Humanidad un relativismo moral devastador? Porque..., ¿cuándo es alguien bueno o malo? ¿Dónde quedan el premio y el castigo? ¿Cómo podemos recriminar a alguien por actuar amoralmente si es víctima de una lesión en su cerebro? Creo que las sociedades de un futuro no muy lejano tendrán que redefinir muchos conceptos como responsabilidad, culpa, remordimiento y libertad. ¿Llegaremos algún día a asumir esto? ¿Llegaremos a asumir que el único Juicio Final que va a tener lugar está ocurriendo constantemente en nuestro cerebro?
Tito